The summer is here || AN

Helena volvía del hospital marino, donde había conseguido entrar durante el mes de julio para hacer unas prácticas. No había sido fácil, pero con su determinación (o cabezonería), su amor incondicional hacia los animales y su actitud altruista, había conseguido que el jefe del hospital la tuviese como becaria durante el mes estival. No era mucho, pero podría encontrar aplicación a las cosas que estudiaba en la carrera y encontrar ejemplos prácticos de cara al curso siguiente.

Su padre no había estado muy de acuerdo con aquella decisión, pero por suerte Delilah le había convencido diciéndole que era una buena manera de encontrar la practicidad a todo lo que ella estudiaba. Aquella mujer cada vez le caía mejor a Helena, aunque el hecho de que fuese a casarse con su padre no era una idea que le agradase mucho, realmente.

El caso es que había conseguido aquel puesto de trabajo, y ahora estaba andando por las calles de Palo Alto bajo un sol radiante, que probablemente estuviese provocando unas temperaturas más altas de las que la piel de Helena pudiese aguantar sin quemarse. Pero a ella le daba igual, si el sol brillaba radiante, su sonrisa brillaba más. Pero claro, eso al cabo de una hora de travesía no se veía desde el mismo punto de vista, cuando ya tenías la frente sudada y la boca más seca que un desierto.

Nate tenía razón con que debía sacarse el carnet de conducir de una vez por todas, pero es que Lena no era muy fan de los coches, y con lo que se distraía ya de por sí, iba a ser un peligro en la carretera. Pero por otra parte estaban los momentos como esos, en los que Nate no podía ir a buscarla, Delilah se había llevado a Alfred y su padre estaba trabajando. Y claro, ni muerta le iba a pedir a Oliver que le fuese a buscar.

Helena, harta ya de pasar calor, se metió en el primer bar que pilló. Dentro no había mucha gente, estaba un poco oscuro, lo que se agradecía bastante y hacía fresquito. La rubia estuvo por sentarse en una mesa, pero le pareció una falta de respeto obligar a un camarero a atenderla cuando solamente quería un vaso de agua con mucho hielo. Fue hasta la barra y se sentó en uno de los taburetes que había allí.

- Disculpa, ¿me puedes poner un vaso de agua grande con mucho hielo?-pidió casi rogando a la chica que estaba al otro lado de la barra de madera.

Este era uno de los días que agradecía estar trabajando en el bar. Por fin James se apiado de mi y puso el aire acondicionado. Llevábamos un par de semanas muertos de calor dentro del establecimiento, pero tras mucho insistir accedió. Llevaba la mitad de mi turno ya hecho, por suerte hoy no trabajaba por la noche, según James tenía que centrarme en los estudios y hoy se podía encargar el solo. Me caía bastante bien, y es uno de los pocos jefes que realmente se preocupan por ti.

Puse música lo bastante alta como para poder escucharla mientras barría el suelo y que James no se enterase. Estaba tan concentrada en mi tarea que el ruido de la puerta me asustó haciendo que pegase un brinco. Me giré rápidamente esperándome a un señor más mayor, normalmente a estas horas de la tarde solían aparecer gente más mayor que la que solía venir por la noche, pero me sorprendió ver a una chica de mi edad. Me sonaba mucho de algo, pero no llegue a ubicarla.

Tras un momento de indecisión se sentó en la barra y me pidió un vaso de agua. Supuse que debía hacer mucho calor fuera para que su único incentivo para entrar en un bar fuese el agua. Deje la escoba apoyada junto a la barra y abrí una de las botellas, se la serví en un vaso bastante grande, y cogí un par de hielos, tardarían muy poco en derretirse, pero suponía que para ese momento la chica ya habría terminado. Le coloque el vaso delante y la botella con el agua sobrante a su derecha.

Me aleje un poco dándole privacidad, y me quede mirándola fijamente, solo quería recordar donde la había visto. Estaba segura que era de la Universidad, pero de mis clases no la recordaba, posiblemente la habría visto por el campus o en mi fraternidad, aunque tenía pinta de niña pija, y de esas no había muchas en Phi Omega. De un momento a otro me vino su nombre, la había conocido meses atrás cuando un chico había escrito una nota diciendo que quería conocer amigos o algo así. – Tu eres Helena ¿no?- pregunte lo suficientemente alto para que me oyese- no sé si te acuerdas de mí, nos conocimos hace un par de meses- aclaré.