Helena O. Collins ID

Helena es una chica enormemente emotiva, que transmite genial su estado de ánimo. Y eso es bueno algunas veces pero otras es algo negativo, porque si se ha levantado con el pie izquierdo, no tienes California para correr como le toques un mínimo las narices. Es muy comprensiva y siempre se pone en la piel de los demás, aunque no siempre a tiempo.

Es justa y leal, aunque hay veces que miente, estas mentiras suelen mentiras piadosas. Es un auténtico desastre para todo, excepto para el baile, que es lo único que le hace poner los pies en la Tierra; es incapaz de aprenderse la tabla periódica, pero las coreografías las capta muy rápido, así que si te dice que esta estudiando pro en realidad está bailando, es su propia regla memo-técnica.

Lo pierde todo, así que nunca la dejes a cargo de tus cosas si realmente las aprecias. Pero ella es feliz en su propio caos, así que siempre la verás alegre y sonriente. Aparte de empática, es una persona completamente extrovertida y no teme hacer nuevos amigos.

Su mayores problemas, aparte del desastre humanizado que es, son que nunca sabe cuand debe callarse, que es completamente impuntual, y que no pilla muy bien las indirectas. No es que sea tonta, aunque tampoco es un cerebrito, pero como ella habla directamente, no está acostumbrada a los dobles sentidos.

Helena nació en el seno de una familia rica, se podría decir que la más rica de las Bahamas, donde nació y vivió hasta los siete años. Hija de Marie Grant, una supermodelo, y Matthew Collins, dueño de varias empresas de turismo y hermana menor de Nathaniel Collins, un castaño de tres años que se dedicó a chinchar a su hermana desde que esta comenzó a valerse por sí misma. Su historia fue feliz durante muchos años, sus padres se querían, a ella la adoraban y los cuatro eran muy felices juntos. Desde muy pequeña comenzó a bailar, al principio lo único que hacía era brincar de un lado a otro de la sala de baile luciendo su tutú rosa, pero poco a poco se ha ido convirtiendo en un hacha del ballet. A los siete años tuvieron que mudarse a Los Ángeles porque a sus padres les venía mucho mejor por temas laborales, aunque a Helena no le agradaba la idea de abandonar la gran casa de la playa en la que vivían.

Una vez en Los Ángeles, Helena, que siempre había recibido educación particular, comenzó a ir a una escuela privada, y ahí descubrió que la vida no era como la pintaban los cuentos que su madre le leía antes de dormir. Por suerte, no tenía problemas para relacionarse y pronto se integró a la perfección. Aún así, el baile ocupaba una gran parte de su tiempo para la vida social, y aunque sus padres le insistieron varias veces para que lo dejase y se relacionase más, ella se empeñó en continuar. A los doce años ya controlaba el ballet y comenzó a llevar su baile a otro nivel, añadiendo jazz y contemporáneo una hora cada día.

Con el inicio del instituto, Helena comenzó a tirarse de los pelos para compaginar todo, pero sus padres contrataron un profesor particular para que la ayudase con las clases y ella pudiese seguir bailando. Pero la felicidad de la que gozaban antes había encontrado su fecha de caducidad, y cuando Helena tenía unos 13 años, sus padres se divorciaron. Marie se fue a Palo Alto a vivir y el señor Collins comenzó a viajar mucho, Nathaniel fue enviado a un internado al norte del país y Helena fue enviada a una escuela de deportistas de élite, donde aparte de recibir clases normales, cada alumno tenía siete horas diarias de entrenamiento en el deporte a través del cual habían accedido a la escuela.

Por ese motivo, no fue de extrañar que la despistada y apasionada castaña se olvidase de su vida fuera del internado y se centrase plenamente en el baile. Sus notas comenzaron a subir hasta una media de 8,5 la cual mantuvo durante el resto de su estancia en la academia. Por otra parte, añadió a su repertorio de bailes acro-dance, lo que le dio mucha más profesionalidad a sus coreografías. Inició unos cursillos extras de hip-hop y breakdance, pero no llegó a profundizar mucho dado que el huracán del divorcio azotó de nuevo.

Su madre había encontrado un nuevo esposo, que casualmente fue el mejor amigo de su padre, lo que dejó al señor Collins destrozado. El nuevo matrimonio fue a Inglaterra, donde se compró una preciosa casa en pelo Londres. Tanto Nathaniel como Helena recibieron la invitación de ir a vivir con ellos, pero ambos decidieron quedarse en California con su padre. Ingresaron en un instituto privado, donde Nathaniel terminó su último año y se graduó siendo rey del baile.

Helena, por su parte, se apuntó a un estudio de baile, el cual tenía una compañía que participaba en campeonatos de baile, el sueño de Helena. Y aunque entró en la compañía profesional, al ser muy joven no se la tenía en cuenta para nada, ¿quién iba a hacer caso a una niña de 16 años? Por eso se limitó a bailar en la última fila en su primera actuación sobre los escenarios de competición, pero la compañía perdió en la segunda ronda y se volvieron a su estudio sin nada entre las manos.

Tras esta enorme decepción, algunos bailarines abandonaron la compañía, pero otros nuevos llegaron para reemplazarlos, y también hubo un cambio de capitán, lo que permitió que hubiese nuevas ideas en las coreografías. Al año siguiente, consiguieron ganar los regionales, la competición que habían perdido el año anterior. Pero igualmente no había conseguido ningún baile en el que lucirse. Pasaron a los nacionales, pero allí el nivel de competencia era muy duro y acabaron perdiendo antes de semifinales. Por la parte académica, mantuvo su media y se graduó con una buena media, y siendo reina de los tulipanes, que no era una gran competición dentro del instituto pero era la categoría en la que se escogía a la pareja más agradable del instituto.

Ingresó en la universidad de Stanford, donde estudiaba su hermano aunque a diferencia de él, ella no ingresó a ninguna fraternidad. De vuelta al baile, el estudio se volvió muy solicitado y el nivel mejoró bastante y se llevaron los regionales por muchos puntos. Ya en los nacionales, Helena consiguió el solo femenino para representar a su compañía en los nacionales y formó parte del trío que les representaría en la categoría de grupo pequeño. Estamos hablando de 2014, año en el cual ganó el título de Miss National Soloist, y aunque no ganaron los nacionales, quedaron segundos.

Con su sueño ya cumplido, Helena se despidió entre lágrimas de su adorada compañía en la que había pasado por todo tipo de situaciones y con la que había compartido tres años de su vida y se dedicó a pleno
a sus estudios, en los cuales había empeorado bastante. Por suerte consiguió recuperar el curso a finales de semestre y pasar al siguiente año.

En Navidades de 2015, su padre les anunció a Nathaniel y a Helena que se iba a casar con una mujer francesa que había conocido en su estancia en París, la cual era de clase alta y tenía tres hijos. A Helena la noticia le sentó como una patada en el estómago, porque no podía creer que su padre fuese a volver a casarse, sin consultárselo primero y además fuese a traer a tres futuros hermanastros a su propia casa. No fue hasta después de las vacaciones de primavera cuando aparecieron sus nuevos compañeros de regalos. Al volver a las clases, el notición de Beta Psi llegó hasta ella rápidamente, y no dudó en entrar en la fraternidad, dado que cumplía todos los requisitos y era plenamente acorde a ella.