Mateo Alexander Castle - ID.

Ser alguien habitual en la vida de Mateo nunca ha sido fácil.

Mateo siempre ha sido de trato fácil, alguien con el que conectarías sin problema alguno si te lo encuentras en sus mejores días. ¿Necesitas una mano para tu nueva mudanza? ¿Necesitas alguien que arregle lo que va mal con tu portátil? Mateo estaría allí para cada pequeña cosa que sus amigos necesiten. .

Mateo Castle es desinteresado, pero también es egoísta si se lo permite. Es divertido y serio, tranquilo y explosivo, feliz y depresivo, introvertido y extrovertido, seguro e inseguro, orgullo y vergüenza, contento y descontento, inteligente y torpe, hermoso y desastroso.

Mateo Castle está lleno de dimensiones, nunca se disculpa por lo que es, pero a veces lo hace y eso está bien.

Su vida ha estado llena de altos y bajos, lo que lo ha convertido en alguien cerrado a lo largo del tiempo. Expresarse no es su fuerte, en lo que a sentimientos se refiere lo proyecta con sus acciones. La palabra ''te quiero'' pocas veces sale de su boca, y cuando lo hace, es porque lo considera sumamente necesario. Las muestras de afecto en publico tampoco son el pan de su día a día, pueden ocurrir en el momento  más inesperado, ocasionalmente, diariamente o no pueden ocurrir nunca. Todo depende de la relación que posea con la persona, sus actitudes son distintas con cada quien.

Puede ser alguien callado, como puede hablar hasta que de verdad necesites que alguien lo calle. Mateo Castle se vuelve excelsamente hablador si es momento de dar su opinión o de hablar de algún tema que le interese. Aunque normalmente, siente vergüenza al darse cuenta de lo mucho que ha hablado.

Su equilibrio al caminar es casi inexistente, Mateo vive tropezandose con muchas personas y ganándose insultos por su habitual torpeza. Su sarcasmo e ingenio no lo abandonan, su sentido del humor es muy amplio, puede reírse de casi cualquier cosa así como puede encontrar algo extremadamente ofensivo como para bromas. En días puede ser gentil, como en otros se apaga y sacarle una palabra es casi imposible, pero Mateo Castle siempre está allí si su presencia es requerida.

Le han fallado tantas veces en su vida, que él mismo se ha diseñado para nunca fallar. Y cuando lo hace, normalmente se aleja para procesarlo y dar lo mejor de sí mismo en la próxima oportunidad. Mateo Castle logra amoldarse al estado de animo de sus amigos, si necesitas que te hagan reír, salir, llorar, él será lo que necesites.

Mateo Castle es alguien demasiado complejo para definirlo, principalmente porque ni siquiera él sabe quien es, pero puedes descubrirlo.

Si alguna vez alguien quiso ponerle una cara a la Ley de Murphy, sería la de Mateo.

Dado a luz por una madre que no supo cómo criarlo y un padre que nunca conoció, Mateo cayó en los brazos del sistema de adopción. Como se puede imaginar, aquellos brazos eran menos indulgentes. Las palabras y su ingenio siempre fueron su primera defensa, en las ocasiones en las que estos les fallaran, se basó en sus débiles intentos de defensa personal. Pero sin embargo, luchó.

Luchó como el demonio para mantener su cabeza fuera del agua. Aunque creció en circunstancias infernales, cualquier persona que llegó a conocer a Mateo podría decir que lograba detallar absolutamente todo. Y fue su inteligencia y brillantez que le impedían caer a través de las grietas. En realidad, le mantuvo la cabeza por encima del agua a diferencia de la mayoría de sus amigos.

Los maestros lo amaban, a pesar de sus pocas intervenciones.

Desafortunadamente para él, los maestros eran algo estable al contrario de sus padres adoptivos, que cambiaban de un momento a otro. Aunque su intelecto era maravilloso, la afinidad de Mateo por meterse en problemas o por sus colapsos psicológicos lo mantenían de casa en casa.

Algunas casas eran agradables, pero él las odiaba. Las familias felices nunca duraban, por ello Mateo hacía lo posible para no permanecer allí. Las malas casas eran aquellas a las nunca volvía en primer lugar. Y así, continuó su camino a través del cambio constante de hogares hasta que logró ser emancipado del Estado a los 17 años de edad. Una hazaña casi imposible, teniendo en cuenta todos sus problemas, pero fue una situación en la que su inteligencia demostró que podría sobrevivir bien por su cuenta.

Y así, con el dinero que fue ahorrando durante tanto tiempo, Mateo se encontró en la colina del árbol.

Gracias a sus estupendas calificaciones, logró ingresar como becado en la Universidad de Standford. Desde niño, la programación, los sistemas y el mundo virtual habían sido algo que Mateo entendía a la perfección, los códigos, algoritmos y demás lenguajes binarios le resultaban más fáciles de comprender que tomarse un minuto para analizar el comportamiento humano. Eran su escape, el hecho de que fuese extraordinariamente bueno en ello, compensaba sus malas rachas.

Ninguna por los momentos.